top of page

La sede. Un gato en bicicleta.


"Ordenar bibliotecas es ejercer de un modo silencioso el arte de la crítica". Jorge Luis Borges.

Al ver un inodoro en el escaparate pensé que se trataría de un nuevo bar como tantos otros que han abierto sus puertas en los últimos años en Sevilla. Al tiempo, volví a pasar por esa curiosa esquina que hace la calle Regina y, justo al lado de la tienda de colchones, en el número ocho, admiré con asombro como aquel escaparate había cambiado de protagonista. El inodoro ya no estaba, había dejado su sitio a una señal de tráfico. No era una señal cualquiera, era una señal en la que se prohibía al paso de palio adelantar al paso del cristo. Me entusiasmó la idea de saber que había alguien en Sevilla capaz de banalizar la Semana Santa. Fue entonces cuando decidí entrar en aquel establecimiento y, para mi sorpresa, descubrí que detrás de Un Gato en Bicicleta no se escondía un bar, sino una librería especializada.

Este local abrió sus puertas el 22 de febrero de 2011 y, según su dueño, es el fruto de una tarde de aburrimiento. Jesús, un treintañero harto de trabajar como publicista en una empresa de comunicación, decidió una tarde de verano de 2010 embarcarse en el difícil negocio de vender negro sobre blanco. Un Gato en Bicicleta es un lugar donde se venden libros de arte, catálogos de exposiciones, monográficos de fotografía, antologías poéticas o manuales de cultura en general y, además, es un lugar donde se venden libros de gente que ama escribir, que se autoedita y que se niega a aceptar las reglas del actual mercado literario. Los libros que anuncian en la tele, esos que vienen precedidos de grandes premios, están avalados por potentes editoriales y ocupan infinidad de páginas en el Babelia no se encuentran en una librería como ésta. Es más, aunque se los soliciten, se niega a traerlos. Esa es la filosofía de la casa y ahí reside su encanto. Desde esta perspectiva parece que el negocio estuviera diseñado para no ganar dinero.

Que el Gato decidiera amarrar su bicicleta en la calle Regina no es casualidad. Esta zona de la ciudad, que ha sido rebautizada por sus comerciantes como Regina Market, junto con la Calle Benito Pérez Galdós o Soho Benita conforman una de las pocas arterias del centro que no huele a incienso. Delimbo, La Importadora, Isidora, La Seta Coqueta, La Cacharrería, La Matraka son algunos de los comercios que junto al Gato destilan un aire nuevo que huele a limpio e invita a soñar con una Sevilla más abierta, más divertida y, sobre todo, más contemporánea.

A las múltiples trabas burocráticas para conseguir la licencia de apertura, al Gato se le sumó el reto de hacer olvidar la antigua floristería que había vivido en el edificio. Para ello se decidió quitar el verde de las paredes y rediseñar su interior. Imagino que el objetivo era crear un lugar que diera acogida a una Casa del Libro. Una casa auténtica, sin chalequillos verdes, en la que además de libros se albergaran actividades culturales, artesanías varias, pinturas originales, tazas de autor, camisetas seriadas, chapas o postales… Tras visionar varios tutoriales de youtube como único apoyo técnico, el blanco de las paredes, las estanterías de madera, el nuevo cableado o los percheros a base de tuberías poco a poco fueron conquistando el espacio y transformaron la tienda de flores en una tienda de libros.

El establecimiento está dividido en dos plantas, más que suficientes para albergar todo tipo de proyectos. La planta baja, destinada a la venta al público, se divide en tres espacios diferenciados: un vestíbulo de entrada que funciona a modo de sala de exposiciones, una sala alargada repleta de libros y una especie de patio interior destinado a los niños. A través de un perfecto entramado de cables de acero, justo antes de llegar al patio, hay una instalación que cuelga del techo en la que los libros parecen flotar, dejando volar la sensación de estar contemplando una auténtica obra de arte.

La armonía existente entre la inmensa variedad de objetos que se ofrecen da como resultado un lugar acogedor en el que apetece quedarse hojeando, leyendo, mirando o estando, por el simple hecho de estar, en un sitio donde se respira una atmósfera agradable. Todos los objetos expuestos están a la venta y siempre existe una relación pensada y buscada entre ellos. Cuando se inaugura una exposición, es el propio artista el encargado de escoger los libros que acompañarán a sus obras, estableciéndose así una sinergia a mitad de camino entra la galería de arte y la librería convencional.

A la segunda planta se accede por una escalera que se encuentra camuflada bajo innumerables ilustraciones que cuelgan de sus paredes. El piso superior representa el alma de la librería. Es el lugar donde se desarrollan toda clase de actividades y proyectos, lo que representa ese valor añadido del negocio, un concepto tan demandado por todos los expertos. En un mismo día, incluso a la misma hora, Un Gato en Bicicleta puede convertirse en taller de alfarería, aula de pintura, academia de restauración y decoración vintage, estudio de diseño de moda, escuela de dibujo para niños o sala de pilates… en este sentido, la trastienda del Gato siempre está abierta para recibir nuevas propuestas.

De todas las actividades que se programan, la del Teatro Mínimo quizás sea la que más llame la atención. Tres obras de 15 minutos para 15 personas. Tres escenarios diferentes y un mismo tema que cambia todos los meses. Propuestas parecidas ya existían en la ciudad (por ejemplo el Teatro a Pelo que se desarrollaba en la Casa Habitada), si bien, Un Gato en Bicicleta en particular y la calle Regina en general se han consolidado como el referente del microteatro sevillano a través de una programación estable, atractiva y novedosa.

En una ciudad en que la gente actúa de sevillanas maneras, un negocio como este es rápidamente catalogado de modernito, rogelio o contestatario a las tradiciones establecidas. No obstante, el público que visita un Gato en Bicicleta es variopinto, como las cosas que ofrece. Hay de todo: nuevos personajes que se pasean por la zona para ver y ser vistos, turistas despistados que entran en el local para descubrir lo que se cuece dentro o estudiosos y entendidos en arte que van buscando una publicación específica. Al Gato también se le encuentra a través de su sitio web, su perfil de facebook y la publicación mensual Yuzzin.

Jesús, dueño de Un Gato en Bicicleta

El negocio que comenzó como un juego, fruto del calor sevillano, continúa con ganas de seguir creciendo, de tener más libros, de mejorar las instalaciones de su sala de teatro o de cambiar la iluminación interior. Aquél chico que se aburría en la facultad de periodismo consiguió hacer realidad su sueño de verano y, sin querer o quizás queriéndolo, fue capaz de montar un lugar de referencia donde se crea, se proyecta y se vende cultura. A ese lugar le llamó Un Gato en Bicicleta. Librería especializada.

Nota. Agradezco al Bar Sacramento y a la Heladería La Playa de Morón todas las atenciones prestadas para que este artículo haya visto la luz.

Por Marcelo Sartori desde la Plaza del Pelícano // Fotos: Miguel Jimenez


Entradas 
Archivo
Buscar por tags
No hay tags aún.
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page